Si frecuentan el mundo de los blogs culinarios, tanto en inglés como en español, se deben haber cruzado con esta receta miles de veces.
Las fotos siempre son tentadoras, por su color negro intenso, y lo húmeda que se ve la torta.
Yo me crucé esta receta en imágenes las veces suficientes como para decidirme finalmente a hacerla.
Usar un porrón de Guinness ameritaba una ocasión especial. Y que mejor que los primeros 40 en mi lista de cumpleaños familiares (luego le toca a mi primo R. y la próxima nominada soy yo!), para darle finalmente una oportunidad.
Y realmente valió la pena guardarla para una ocasión especial. Aunque a partir de ahora creo que va a entrar a la lista de clásicos.
Tenía mis dudas por el tema de la cerveza. En preparaciones saladas queda muy bien, pero en dulces no me terminaba de convencer. Además, una torta de chocolate es una torta de chocolate y, por lo menos para mí, es un sacrilegio mezclar el intenso sabor de un buen chocolate o cacao amargo con cualquier otra cosa que interfiera. Y se me había hecho la idea de que la cerveza iba a ser invasiva y demasiado "saborizante".
Leí los consejos de los blogs que sigo y ya la habían probado, y todos recalcaban lo mismo: no se siente como es de esperar el sabor de la cerveza.
Entonces, atrapada por las fotos de este manjar, la prepare para los 40 de S.
Que les puedo decir, no eramos tantos, la torta era grande y las porciones chicas por lo contundente de su sabor, había
cupcakes preparados especialmente por C.A.I. para su papá,
alfajores,
brownies,
lemon bars y
apple bars, además de todo lo salado que ya habíamos comido, y la torta desapareció...
Si están con esta receta en pendientes y no se animan, olvídense de que tiene Guinness, y al horno! Es una delicia, con frosting y todo, y eso que no soy amante de los frostings... es más, creo que los odio! Pero en esta torta queda perfecto, es la combinación ideal.