La cosa es que adoro la sopa de tomate. Desde la clásica de la latita hasta cualquiera (bien hecha) que ofrezcan por ahí...
Digo bien hecha porque últimamente en Buenos Aires me está pasando algo muy raro.
Cosas como la limonada o la sopa de tomate se están empezando a ir a un extremo de "lo natural" sin igual.
La limonada no es jugo de limón exprimido, por más natural que quieras ser, a la limonada hay que endulzarla y refrigerarla. Jugo de limón exprimido es... jugo de limón exprimido! Nunca limonada.
Lo mismo la sopa de tomate. La sopa de tomate no es tomate procesado caliente! La sopa de tomate es... una sopa!!! Por ende, requiere una cierta elaboración. Tomate procesado, sin condimentar y sin regular su acidez no es sopa de tomate.
A ver si dejamos los extremos de lado y empezamos a llamar las cosas por su nombre cafecitos cool de Buenos Aires...
Bueno, luego de esta catarsis, retomo mi pin finalmente probado: la sopa de tomate fácil de Ina Garten, coronada con croutons de tostado de gruyere. El extremo de la perfección.